El estreno de 1835 de Don Álvaro o la fuerza del sino supuso el triunfo definitivo del Romanticismo en el teatro español y el alejamiento de las estrechas normas neoclásicas. Este drama complejo y variado funde acciones violentas y escenas costumbristas, el estilo elevado y el llano, el verso y la prosa, todo en rápida sucesión y de la mano de hado fatal que empuja don Álvaro, paradigma del héroe romántico, a su angustiada destrucción. Es, en suma, un grito de libertad artística.
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